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MARCO

Salí muy cansada de mi trabajo , el fin de éste mes y todo el próximo son fatales en mi quehacer, en abril, no tendré ni sábados ni domingos libres, pero, ya después, se relaja, y toma su curso normal .
Bajé del metro con más sensación de agotamiento , luego de 20 minutos, de viaje, en un carro atestado de gente, con su típica mezcla de olores, y un calor pegajoso.
Al salir de la escalera de la estación, un niño pidiendo limosna, estoy acostumbrada a encontrarme con mendigos, pero no sé por qué éste llamó poderosamente mi atención, era un niño pequeño, yo le calculé no más de 7 u 8 años, vestido de harapos, con su cara muy sucia, donde brillaban un par de ojitos negros que relucían en medio de tanta miseria y mugre .Era muy delgado, con el cabello enmarañado y pegoteado por la mugre.
Mas allá , como escondido, un hombre que lo miraba, mas bien dicho lo vigilaba, como llevaba a cabo la tarea encomendada, era un hombre de edad indefinida, también vestido con harapos y muy sucio, estaba absolutamente ebrio. No necesité mucho tiempo para darme cuenta para quien, o para qué , pedía limosna el pequeño.
No sé por que , ésos ojitos me estremecieron, así que olvidada de mi cansancio, lancé la oferta..
- Te propongo algo, ¿qué te parece si tú y yo, nos vamos a servir algo al restaurante de la esquina?
Me miró muy sorprendido, le lanzó una mirada de temor al hombre que no le quitaba la vista, pensó unos minutos , y luego se animó , y respondió.
-vamos!
Caminamos sin hablar hasta el local, apurando el paso, como si los dos tuviéramos mucha prisa, en terminara luego la tarea.
El restaurante estaba prácticamente vacío, salvo dos o tres mesas ocupadas, cosa rara, ya que ésa es la hora de más concurrencia de público.
Entré y me dirigí a la mesita del rincón, que generalmente ocupo, cuando paso a comer algo antes de llegar a casa, el chico me seguía. El mozo, hizo el intento de detenerlo, pensando que me estaba molestando, pero, se detuvo ante una seña mía indicándole que “ era mi invitado”.
Nos sentamos ambos, me extrañó la soltura de él, como si estuviera acostumbrado a comer en restaurantes, para nada asustado o tímido, eso si miraba todo con curiosidad.

Le pregunto...
-¿Qué quieres comer?
No lo duda un instante, y responde:
-Eso - y señala una gran hamburguesa, que un hombre joven de la mesa contigua, comía con apetito voraz-
-Perfecto - digo, haciéndole una seña al mozo, que nos miraba con curiosidad.
Hago el pedido, -una hamburguesa, un batido de leche con plátano, y para mi, , un café chico, negro y sin azúcar.( no tenía ni pizca de apetito)
Mientras esperamos lo pedido, los dos nos observamos.  Cortando el silencio le pregunto,
-¿Cómo te llamas? ¿qué edad tienes?
Tarda en contestar, no sé que me mira tanto, con sus ojitos brillantes, después de unos minutos que yo creo, son una eternidad, me contesta...
-Tengo 9 años, y me llamo Marco, ¿y tú como te llamas?.
-Margarita, “ Marga” para mis amigos, y mi edad no te la diré , porque te asustarás
Lanza una gran carcajada, y me dice...
-Yo soy grande, no me asusto
El pedido, ya está en la mesa, y para Marco, dejan de tener importancia el resto de las cosas. Se apodera de la hamburguesa , como si alguien se la fuera a arrebatar.
Me gusta mirarlo comer, con tanto entusiasmo, prueba la leche con plátano, y hace un gesto de desaprobación con su carita embetunada con mayonesa, que le chorrea del pan, me dice...
-A esto, le falta azúcar.
Llamo al mozo, y le pido, que le ponga más azúcar, el mozo me mira, y se aleja con el vaso, moviendo la cabeza.
Mientras come, le pregunto:
-¿Marco, vas al colegio?
Me mira con cara de “ pocos amigos”, y me contesta un ... no
Creo, que no quiere hablar, solo comer, pero, me equivoco, tras un gran mordisco empieza su interrogatorio...
-¿Tienes hijos?
-Solo una 
-Y... ¿dónde está? -Vuelve a preguntar, tras un gran mordisco.
-Con su marido.
Me mira , como no entendiendo nada, y de nuevo al ataque...
-¿ Y tú , tienes marido?
-No
Mientras doy un sorbo a mi café, no puedo evitar una carcajada con su siguiente pregunta:
¿No tienes, o se murió?
-Algo así (como explicarle algo que él jamás entendería)
En ésta parte me dice algo , que hace explotar mi corazón de emoción y ternura:
-Si yo fuera grande, me casaría contigo”
Me deja muda, no sé que responderle, solo le sonrío y apuro el resto de mi café, el ya ha terminado.
Pido la cuenta, que el mozo, ya tenía lista, como si tuviera urgencia de que nos fuéramos.
Nos levantamos de la mesa al mismo tiempo, y salimos, yo creo que no transcurrieron más de 20 minutos dentro de ése restaurante, y yo sentía que lo quería
Al salir, me esperaba otra sorpresa, al despedirme de él , con un beso en su sucia carita, mete su mano a un bolsillo, y me dice, “ esto para ti”, me pasa un autoadhesivo, con una estrella fosforescente.
Le doy las gracias, con el corazón a  punto de explotar , con una mezcla de emociones. Él, se aleja raudamente a su sitio, a continuar con su tarea.
Al pasar junto al ebrio, me lanza una mirada, torva y desafiante. Le contesto con la mejor de mis sonrisas.
Tengo la sensación , que fue  nuestro primer encuentro, pero, que no será el último...


(Dedicado a todos los niños del mundo , que aparte de sufrir el flagelo de la pobreza, tienen que padecer, siendo explotados por adultos, sin ningún tipo de escrúpulos)

Scarlet2807

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encató leer otra vez esa historiaa, que bien la has escrito.
besos
enmatojado

Scarlet2807 dijo...

Eres encantador ¿lo sabías?