Hoy quiero publicar algo que no es mío, un cuento de una persona muy querida, que dice que no sirve para escribir, pues con la ayuda de vosotros le demostraremos que está equivocado...
Juan era un niño que vivía en una casita apartada del pueblo, cada día andaba por el camino que le llevaba a la escuela. El camino atravesaba un pequeño bosque, aquella mañana, al atravesar el bosque, Juan se encontró con un niño, estaba sentado encima de una gran piedra, nunca había visto a ese niño, le preguntó quién era y que hacía allí, pero el niño sin decir palabra le hizo un gesto con la mano para que le siguiera. Juan dudó, pues tenía que ir a la escuela, pero la curiosidad le pudo más, siguió al niño. Al llegar junto a unas rocas había un estrecho paso, por allí entraron y ohhhhhh. Juan vio un lugar precioso, un hermoso valle lleno de árboles, flores un tranquilo río, un sol radiante, el río lleno de bonitos peces, los árboles llenos de frutos maduros, hermosas flores dando una vista insuperable.
El niño y hizo gestos a Juan para que fueran al río a bañarse, él dudó, estaba como embrujado, no entendía como podía haber un lugar así en ese triste bosque además pensaba que tenía que ir a la escuela, pero siguió al niño , también se metió en el agua, disfrutaron los dos un buen rato de la cristalina agua de aquel hermoso río. De pronto Juan pensó en lo tarde que seria, ya no podría ir a la escuela, salió del río y se vistió deprisa y corriendo, mientras se ponía los zapatos vio una hermosa flor que la cogió y se la metió en la cartera de la escuela. El niño acompañó a Juan hasta el camino que le llevaría a la escuela, pasando por aquel paso estrecho entre las rocas. Se despidieron, Juan le dijo que volvería y estaría todo un día con él, disfrutando de ese maravilloso valle, el niño le dijo adiós con su mano.
Juan salió corriendo en dirección a la escuela, pensando que al menos podría estar un ratito aun, pensando si le dejarían entrar, no sabía que excusa decir por llegar tan tarde, pues nadie creería lo que él había vivido. Llegó a la escuela y vio que los demás niños aun estaba entrando en ella, miro el reloj que allí estaba y aun no había pasado la hora de entrada, pero se quedó sorprendido, no lo podía entender, el mucho rato que había estado en aquel, valle con el niño que había encontrado en el camino, el hermoso río en el cual se habían bañado. Entró en la escuela muy pensativo, como podía ser, era imposible, ¿lo habré imaginado todo? , no sabía que pensar, le había parecido todo tan real, no podía entender que no había pasado, que no había estado allí, en aquel valle tan bonito y que incluso había cogido una flor… ¿una flor? Es verdad había cogido una flor y la había puesto en su cartera de la escuela, corriendo abrió la cartera y…. ¡oooooh!, la flor estaba allí, si, la flor estaba, la había cogido de verdad, la tenía en la mano ahora, era una flor que él había recogido de aquel valle, si que había estado, si que había nadado en aquel río, si que existía todo, ¿pero? ¿Cómo podía ser que había estado tanto tiempo y hubiera llegado a la escuela a la misma hora de los demás días?
Nunca Juan encontró la explicación a ese misterio, Juan creció y toda lo vida se paseo por el bosque buscando esa entrada a ese valle, nunca la encontró, nunca más vio al niño otra vez, lo único que le quedó fue aquella flor, una flor que conservó toda su vida, una flor que nunca se marchitó, siempre permaneció fresca y perfumada
Enric